lunes, 23 de enero de 2012

MINAS, EL CIELO ABIERTO


Por: Martín Caparrós 20 de enero de 2012


Es curioso que en un conflicto como este se inmiscuyan esas cosas: minas, el cielo abierto. Pero es cierto que, más allá o más acá de ecos confusos, la pelea por la mina a cielo abierto de Famatina es un caldito, un concentrado de Argentina: está casi todo. Está, para
empezar, el reacomodamiento de un país que vive cada vez más de la extracción de su materia prima. Está la globalización neoliberal que favorece que grandes empresas extranjeras se lleven esas materias primas. Y está la forma en que nuevas técnicas cambiaron esas formas de extracción, cambiando relaciones sociales y económicas, maneras de vivir. También está la defensa del medio ambiente, gran caballito actual, y sus variados usos e interpretaciones. Está, por supuesto, el infaltable político que prometió una cosa e hizo lo contrario y está, por lo tanto, el funcionamiento de esto que llamamos democracia. Está la actuación de un gobierno que perora contra ciertas "corporaciones" y favorece a la mayoría. Y están sus partidarios que abrazan las causas más nobles siempre y cuando sus jefes los dejen.

Y tantas otras cosas están en la pelea entre los habitantes de Famatina, un pueblo del noroeste árido, montañoso argentino –mayoría de agricultores de nueces y frutales–, contra la empresa minera canadiense Osisko Mining Corporation, que firmó con el gobernador de la provincia, Luis Beder Herrera, un convenio para llevarse oro en grandes cantidades.

Extracción, decíamos: entre los diez rubros que encabezan las exportaciones argentinas, sólo uno es industrial: el resto es materia prima cruda o muy levemente procesada. Granos y yuyos, por supuesto; gas, petróleo, minerales. La minería, que parecía pasado, volvió con fuerza. Hay lugares, como esas sierras riojanas, donde se explotaron vetas de oro desde el siglo XIX –y se habían agotado. Pero las nuevas técnicas permiten explotar –brutalmente– filones que no habrían sido rentables sin ellas. Es, como la soja, un modo de sacar todo lo posible lo más rápido posible. Sólo que en la minería todo es más tosco, más visible: ganancias extranjeras, poquísima mano de obra, destrucción más violenta.

Las nuevas técnicas consisten en volar sierras enteras y pasar sus restos por agua, cianuro y otros químicos para separar los metales –más o menos– preciosos de la basura pura. Para eso se necesita mucho dinero –el suficiente para comprar insumos y políticos– y mucho desprecio por el futuro –el suficiente como para cargarse un territorio–: son dos condiciones que, en la Argentina, muchos reúnen. También, con creces, ciertas corporaciones extranjeras: lo son todas las grandes mineras que aparecieron en las dos últimas décadas; no lo son los gobernantes que las trajeron.

Todo empezó, faltaba más, con una ley del peronismo menemista: la 24.196 exceptúa a las mineras de la mayoría de los impuestos, les permite llevarse el mineral sin el menor control –el Estado sólo recibe la información que la propia empresa se digna darle–, y les cobra de regalías un tres (3) por ciento de lo que las empresas dicen que se llevan. La ley fue convalidada por el peronismo kirchnerista: su creador lo dijo cuando presentó su Plan Minero, 2004: “El sector minero argentino es uno de los pocos que durante la década del '90, con cambios importantes en la legislación, empezó a tener un principio y un punto de inflexión que le permitió avizorar un destino estratégico diferente”, dijo entonces Néstor Kirchner –y confirmó los mecanismos, las prebendas.

Es pura extracción tipo colonia: señores que arman grandes enclaves donde los locales no pueden entrar, sacan todo lo que pueden, se lo llevan, lo cobran afuera y no dejan casi nada –salvo unos pocos puestos de trabajo transitorios y un desastre en el espacio
y en la sociedad: una forma de corrupción generalizada.

Que, por supuesto, llega a los más altos. El ahora gobernador kirchnerista de La Rioja, Luis Beder Herrera, se pasó años haciendo campaña contra esta forma de la minería: que era un robo, que las empresas conseguían sus minas a base de sobornos y corrupciones, que iba a prohibir la explotación minera a cielo abierto en la provincia, dijo, por ejemplo, en este video de marzo de 2007, cuando era vicegobernador y el pueblo de Famatina ya se oponía a la apertura de la mina de oro:

–El pueblo los va a parar. Yo voy a hacer la ley –bueno, la Cámara de Diputados la va a hacer– para pararlos, y el pueblo de Famatina y Chilecito la va a defender…



Y consiguió esa ley y la Barrick Gold tuvo que retirarse y un año después, ya como gobernador, la hizo anular, y ahora firmó el convenio con la Osisko. Que también corrompe a muchos más. Es lo que el diputado y cineasta Pino Solanas, uno de los pocos políticos porteños que fueron a apoyar los reclamos, llama la “contaminación social y cultural”: una empresa comprando la voluntad o la tolerancia de autoridades varias y ciertos pobladores, personas convenciéndose de que, en última instancia, si hay que entregar o destruir todo para sacar unos pesos, quizá valga la pena.

–Salvando distancias, es el mismo mecanismo que produce el narcotráfico, que hace que mucha gente acepte ciertas prácticas podridas porque traen plata. En este caso ni siquiera está claro que vaya a traerla pero algunos se ilusionan, se dejan tentar. Y eso termina por corromper las sociedades donde actúa.

Dice Solanas; sabe, también, que muchos se resisten. Ahora, los habitantes de Famatina llevan casi veinte días en la plaza, en la calle, en la ruta que va al cerro, tratando de impedir que la mina empiece a funcionar. Dicen que lo que más les preocupa es la amenaza inmediata a su forma de vida: no quieren que les arruinen el suelo y el agua, que acaben con sus vidas tal como las conocen. Algunos, además, insisten en el saqueo económico, el expolio.

Que funciona con sus propias reglas. Hace unos meses un directivo de la minera canadiense estaba en la hostería del pueblo; alguien lo vio y avisó; las campanas de la iglesia lo comunicaron a todos los demás, que se acercaron a rodear el edificio. El directivo huyó despavorido; se dejó, en su huída, una carpeta. Adentro había una guía de operaciones que incluía formas de eludir ciertas restricciones financieras y maneras de autorizar y asentar los gastos por coimas. Y había también una lista de los pobladores más activos en la pelea contra la mina, con datos personales muy precisos, grados de “peligrosidad”, intenciones de comprarlos, orrores de hortografía. Ni la
justicia provincial ni la federal abrieron ninguna investigación sobre una lista negra que recordaba los tiempos más negros: hablemos de derechos humanos.

Mientras tanto, los ciudadanos siguen en la ruta y el gobernador kirchnerista insiste en que la mina va a funcionar “sí o sí”, pase lo que pase –y el gobierno nacional no habla del tema. Sus periodistas, intelectuales, funcionarios y otros defensores habituales lo evitan; sus medios no lo tratan –o lo tratan tan poquito que es como si no. Hace días que circula una solicitada de apoyo a los habitantes de Famatina, muy firmada; uno de sus promotores se quejó de que el diario oficialista Página/12 les pidió 15.000 pesos para publicarla –y no la pudieron publicar todavía. Los grandes medios opositores, mientras tanto, se debaten entre su interés en difundir un tema urticante para el gobierno y sus intereses económicos, más cercanos a la gran minería.


Así, el tema circula poco: un pueblo levantado contra una empresa extranjera que pretende arruinarle la vida podría ser una historia caliente, pero nadie parece cómodo con ella. El gobernador espera que los famatinos se cansen de oponerse –y es cierto que no pueden quedarse en la ruta para siempre. Hace casi diez años, en el pueblo patagónico de Esquel, otra minera quiso llevar su cianuro para llevarse el oro, y los ciudadanos que se oponían organizaron un plebiscito sobre el tema. A principios de 2003 mucha gente creía que estaba construyendo una democracia más auténtica, donde las decisiones no quedaran en manos de representantes en los que no podían confiar.

Aquella vez la gran mayoría –el 81 por ciento– votó que no quería la mina y el gobierno provincial de Chubut no tuvo más remedio que aceptar la voluntad de aquellas urnas. Yo, entonces, fui a verlos: me interesaba esa forma de democracia –un poco más– directa, y pensé que Esquel podía ser una avanzada de otro modo de intervención política. Me equivocaba, como casi siempre, pero quizás ahora los ciudadanos de Famatina podrían retomar esa experiencia y, otra vez, usar los votos para imponer sus voluntades.

sábado, 8 de septiembre de 2007

Entrada de prueba

Esta es una entrada de prueba

miércoles, 4 de julio de 2007

Un plumazo contra la soberania.

Arreglos con las multinacionales, concesiones mas que generosas a los grandes de la economia extractiva a nivel trasnacional, entrega casi incondicional a los poderes de dichas empresas no hacen mas que demostrar que gobiernos que se dicen de extracción popular muchas veces siguen actuando bajo los dictados de la concesionista politica criolla. Esto pasa en Argentina, esto pasa en nuesta América. Nuevos capítulos se escribien con nuevos tinteros en la historia de mas de 500 años de explotación y coloniaje. Seguiremos mirando para otro lado?

OPINION
La verdadera antinomia


Por Pino Solanas *
Después del impacto destructor que tuvo sobre la economía nacional la privatización petrolera de Menem y el fracaso de un modelo energético incapaz de asegurar el autoabastecimiento, la reciente prórroga hasta el 2047 de la concesión de Cerro Dragón, firmada por las provincias de Chubut y Santa Cruz con el visto bueno del gobierno nacional, es un grave punto de inflexión y una acción antinacional que anuncia la reprivatización de las concesiones otorgadas por Menem, hasta su extinción.
Cerro Dragón es el principal yacimiento de petróleo del país, situado al sur de Chubut y al norte de Santa Cruz. Maneja el 25 por ciento de nuestras reservas y es explotado por la Pan American Energy, que es de British Petroleum –4ª petrolera mundial– y su asociada local Bridas. La prórroga fue adjudicada sin licitación, diez años antes de su vencimiento, como lo hiciera De la Rúa con Loma de la Lata en el 2000.
¿Cómo es posible que habiendo reservas superiores a 40.000 millones de dólares en el Banco Central, no se haya pensado en explotarlo entre la Nación y las provincias en beneficio del pueblo? ¿Cómo puede aceptarse que el Gobierno apruebe la compra del 25 por ciento de las acciones de YPF por capitales bancarios locales (Eskenazi) y no lo haga el Estado nacional? ¿Hasta cuándo los gobernantes van a facilitar negocios privados con recursos y riquezas públicas? ¿No bastaron las trágicas consecuencias que dejaron las entregas y traiciones de Frondizi, Menem y De la Rúa?
Hace un año, el presidente Kirchner revelaba que el 70 por ciento de los argentinos apoyaba la nacionalización del petróleo y el gas, pero en sus cuatro años de gobierno, lejos de avanzar hacia su recuperación, ha reafirmado el camino privatista iniciado por el menemato. Recordemos los permisos de exploración de la plataforma marítima continental –única área no concesionada– con libre disponibilidad del recurso y sus impuestos; los incentivos fiscales a las corporaciones para realizar la exploración que estaban obligadas a hacer por contrato y no hicieron; la reforma de la ley de hidrocarburos para traspasar el dominio total de los yacimientos a las provincias.
Arrastrando los argentinos una dolorosa historia de fracasos, debemos hacer el esfuerzo de superar las divisiones y unirnos para evitar la reprivatización de los hidrocarburos y la promulgación de la ley antiterrorista. Los sueños y esperanzas no reemplazan una realidad que no es blanca ni negra, sino de un gris oscuro que impide verla. Mientras se distraía a la ciudadanía con la aparente puja electoral entre modelos antagónicos, el Gobierno impulsaba iniciativas que sólo pertenecen al bando de los Menem-Macri: la prórroga de las concesiones petroleras en las mismas condiciones de los años ’90 y una ley antiterrorista que busca criminalizar la protesta social.
El país puede recuperar para beneficio del pueblo la fabulosa renta del petróleo y el gas. La nación más débil y pobre del continente demostró que era posible hacerlo con los hidrocarburos dentro de la ley y el orden y ninguna petrolera se fue de Bolivia. Todas las organizaciones políticas y sociales, así como los referentes culturales e intelectuales, deben expresarse públicamente por la defensa del petróleo y de nuestros recursos naturales.
Una vez más, la historia demuestra la falsedad de la antinomia centroizquierda versus centroderecha. Hoy como ayer, el conflicto se plantea entre el proyecto nacional, democrático y antiimperialista, o el antinacional, que entrega nuestro patrimonio. Parafraseando al doctor Alejandro Olmos, decimos: “O se está defendiendo nuestros recursos petroleros o se está con las corporaciones y los enemigos del pueblo argentino”.
* Presidente de Moreno (Movimiento por la Recuperación de la Energía Nacional Orientadora).
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martes, 19 de junio de 2007

Mumia Abu-Jamal: 'Bolívar estaría orgulloso'


Mumia Abu Jamal es un hombre de origen afroamericano que desde muy joven se destacó como periodista en los barrios pobres de las minorías en Filadelfia. Fue miembro fundador del Partido Panteras Negras (Black Panther Party) en Pennsylvania y luego trabajó en la edición del periódico de la organización en Nueva York y California. En un juicio caracterizado por animosidad racial y política, así como por numerosas violaciones del debido proceso de ley, fue declarado culpable en 1982 de la muerte de un policía anglosajón en Filadelfia, ciudad notoria por el uso de la pena de muerte en contra de las minorías. El caso de Mumia ha estado en apelación desde entonces y ha sido objeto de múltiples campañas de solidaridad en Estados Unidos, Europa, América Latina y Africa. Dicha apelación y la solidaridad de hermanos en todo el mundo ha logrado frenar hasta el día de hoy su ejecucion.
A continuación reproducimos un fragmento del último reportaje que se le realizó.
por Rafael Rodríguez Cruz (Argenpress)
- Sé que te mantienes al tanto de los eventos políticos en América Latina. ¿Qué piensas sobre la no-renovación de la licencia de Radio Caracas Televisión de Venezuela (RCTV) por el gobierno de Venezuela?Bueno, como periodista y escritor, me preocupo por todo lo que pueda oler a censura, particularmente por el estado. Pero cuando leo libros como el de Tariq Ali, Piratas de El Caribe, veo claramente el papel de los medios de comunicación burgueses en el golpe de estado de abril de 2002 en contra de Chávez. Allá, uno de los principales conspiradores del golpe, el vice-admirante Víctor Ramírez, fue “al aire” durante las primeras horas de la acción para anunciar que el control de los medios era una de principales armas letales de los golpistas. El papel de los grandes medios ha sido el de ser instrumentos en contra de la democracia, el servir de armas en contra de la voluntad de la inmensa mayoría de los venezolanos, en contra de Chávez y como portavoces de las elites.
Entonces, de lo que estamos hablando en Venezuela es del uso de los grandes medios como instrumentos de la guerra de clase, como armas que sirven a las clases poderosas.
- ¿Crees entonces que urge hacer una revolución en contra de la manipulación de la información por los grandes medios? Yo pienso que es vital. Esto es particularmente cierto cuando miras el modo en la los grandes medios ayudaron a los intereses corporativos y del estado vendiéndole a la gente una guerra inventada.
Los movimientos progresistas tienen que crear alternativas a los grandes medios. Estos últimos no son sino empresas subsidiarias de las grandes corporaciones. Debido al control y a la propiedad por las grandes corporaciones, reflejan los intereses económicos, políticos y de clase de los poderosos. No pueden hacer otra cosa.
Pero si miras a los datos de la circulación y de las suscripciones de periódicos en Estados Unidos, verás que casi todos van en caída. La gente se está alejando de los grandes medios. Ya no confían en lo que éstos publican, dicen o transmiten. La revolución en contra de la manipulación de la información por los grandes medios, entonces, ya ha comenzado.
- ¿Cómo describes la relación entre esos medios y el gobierno de Estados Unidos? ¿Conspiran en contra de la gente? Bueno, lo que llamamos en este país mainstream media es un instrumento de los ricos, disfrazado de un servicio público para la persona común y corriente. Como dijera Marx, el Estado no es otra cosa que el ejecutivo al servicio de la clase dominante. Si eso es así, entonces, los grandes medios son un instrumento del ejecutivo. Esto se puede ver claramente en los preparativos que llevaron a la invasión de Irak, pero también es evidente en todo el ruido y bravuconeo que vemos ahora con Irán. En esencia, nada ha cambiado.
Salvo contadas excepciones, la llamada mainstream media traicionó a sus clientes y a la ciudadanía en general, al venderles una guerra por el más cínico de los motivos posibles: por miedo a perder televidentes y por no ser vistos como “suaves” con el terrorismo. Así, los presentadores de noticias, terminaron con la bandera norteamericana al hombro y poniendo música militar en sus programas para demostrar cuán “americanos” eran, mientras le vendían una guerra a un público carente de información.
- ¿Es la Internet la solución al problema? ¿Qué importancia tiene ésta para las organizaciones progresistas? La Internet tiene mucho potencial, pero también tiene sus limitaciones. En Estados Unidos y en todo el mundo hay millones de personas pobres que simplemente no pueden sufragar el acceso a ésta. Antes se hablaba de la división racial en Estados Unidos, ahora se habla también de la división digital.
Además, si bien ésta ha demostrado ser una herramienta poderosísima de comunicación, la Internet podría llegar a ser un obstáculo de alta tecnología a la comunicación. Puede desalentar la interacción y el diálogo directo entre las personas, sin que haya un sistema intermediario. Enviarle correos electrónicos a las personas, no es organizarlas. Enviar megabytes a una lista de miles de individuos no es organizarlos. No hay nada como la comunicación íntima -de persona a persona- para mover a la gente. Para mover a las personas, hay que estar entre ellas, trabajar con ellas y educarse con ellas. Las personas no son receptáculos pasivos; son por naturaleza entes que interaccionan.
- ¿Por qué no ha logrado la izquierda norteamericana convertirse en una alternativa para las masas? La izquierda en Estados Unidos sufre todavía las consecuencias del periodo de McCarthy, cuando la represión sembró un miedo terrible entre importantes sectores de la población del país. Como resultado directo, la izquierda estadounidense se encuentra terriblemente subdesarrollada y carece de poder social significativo.
De hecho, muchos que hoy se consideran de izquierda son realmente lo que yo llamo “imperialistas de izquierda”, pues han votado en el pasado por las guerras y buscan aumentar el tamaño y poder del estado burgués. Pero, ¿qué es el neoliberalismo sino el viejo imperialismo con una máscara nueva? El izquierdismo que existe en Estados Unidos es débil, inefectivo y profundamente nacionalista (aunque sea por razones supuestamente defensivas). Hay muchos periódicos de izquierda, digitales e impresos, pero tienen poco impacto.
- ¿Se contagiará alguna vez Estados Unidos de las corrientes progresistas que hoy arropan a América Latina? Es verdaderamente impresionante observar el crecimiento de movimientos sociales genuinos en América Latina. La influencia de estos movimientos sociales ha podido verse aquí en Estados Unidos en eventos como la marcha a favor de los trabajadores indocumentados hace par de años en varias ciudades. El número de personas que participaron en esas marchas no tenía precedente.
Los hispanos son el grupo étnico de más rápido crecimiento en Estados Unidos. Dado que son un grupo muy diverso -es decir, hay mexicanos, salvadoreños, guatemaltecos y otros- traen consigo hacia el norte un caudal de experiencias de lucha.
América Latina va a tener un impacto poderoso no sólo en los grupos progresistas de Estados Unidos, sino en la sociedad norteamericana en su conjunto. Bolívar, pienso yo, estaría muy orgulloso.

miércoles, 30 de mayo de 2007

Mas lùcido que nunca


Que Fidel Castro, el estadista que ha sabido conducir la revoluciòn cubana desde hace ya casi medio siglo con un alto grado de desarrollo, sorprende dìa a dìa por su lucidez para desentrañar los problemas de la sociedad global actual, no es gran novedad. En la misiva que copiamos a continuaciòn se luce con càlculos asombrosos acerca de la empresa bèlica del imperio estadounidense y demuestra una sensibilidad humana que es llevada a la pràctica por las numerosas misiones internacionalistas de ayuda que lleva adelante la Revoluciòn.


REFLEXIONES DE FIDEL

Las ideas no se matan

Hace unos días, al analizar los gastos que implicaba la construcción de tres submarinos de la serie Astute, dije que con ese dinero "se podrían formar 75 mil médicos y atender a 150 millones de personas, suponiendo que el costo de formar un médico fuera la tercera parte de lo que cuesta en Estados Unidos." Ahora, siguiendo el mismo cálculo, me pregunto cuántos médicos se podrían graduar con los cien mil millones de dólares que, en un solo año, caen en manos de Bush para seguir sembrando luto en hogares iraquíes y norteamericanos. Respuesta: 999 990 médicos, los cuales podrían atender a 2 mil millones de personas que hoy no reciben servicio médico alguno.

Más de 600 mil personas han perdido la vida en Iraq y más de 2 millones se han visto obligadas a emigrar desde la invasión norteamericana.

En los propios Estados Unidos, alrededor de 50 millones de personas carecen de seguro médico. La ley ciega del mercado rige la prestación de ese vital servicio, y los precios se vuelven inaccesibles para muchas personas aun dentro de los países desarrollados. A la economía de los Estados Unidos los servicios médicos le aportan Producto Interno Bruto, pero no generan conciencia a los que los prestan ni tranquilidad en los que los reciben.

Los países que tienen menor desarrollo y más enfermedades disponen de menos médicos: uno por cada 5 mil, 10 mil, 15 mil, 20 mil o más habitantes. Cuando surgen nuevas enfermedades como el SIDA, de transmisión sexual, que en apenas 20 años ha privado de la vida a millones de personas, la padecen decenas de millones, entre ellas muchas madres y niños, para la cual existen ya paliativos, el precio de los medicamentos por persona puede ser 5 mil, 10 mil o hasta 15 mil dólares cada año. Son cifras de fantasía para la gran mayoría de los países del Tercer Mundo. Los pocos hospitales públicos se saturan de enfermos, que mueren amontonados como animales bajo el azote de una epidemia repentina.

Tal vez estas realidades, si se meditan, ayuden a una mayor comprensión de la tragedia. No se trata de una publicidad comercial que tanto dinero y tecnología requiere. Súmese el hambre que padecen cientos de millones de seres humanos, añádasele la idea de convertir los alimentos en combustibles, búsquesele un símbolo y la respuesta será George W. Bush.

Preguntado en fecha reciente por una personalidad importante sobre su política hacia Cuba, su respuesta fue: "Yo soy un Presidente de línea dura y solo espero la muerte de Castro." No constituyen un privilegio los deseos de tan poderoso caballero. No soy el primero ni sería el último que Bush ordenó privar de la vida, o de los que se propone seguir matando de forma individual o masiva.

"Las ideas no se matan", exclamó con fuerza Sarría, un teniente negro, jefe de la patrulla del ejército de Batista, que nos hizo prisioneros después del intento de ocupar el Cuartel Moncada mientras dormíamos tres de nosotros en una pequeña choza de las montañas, agotados por el esfuerzo para romper el cerco. Los soldados, llenos de odio y adrenalina, apuntaban hacia mí aún sin haberme identificado. "Las ideas no se matan", continuó repitiendo, ya casi en voz baja, automáticamente, el teniente negro.

Aquellas magníficas palabras se las dedico a usted, señor W. Bush.

Fidel Castro Ruz

28 de mayo del 2007

6:58 p.m.

martes, 29 de mayo de 2007

ARGENTINA LATENTE

Crónica de héroes anónimos

Si con la Memoria del Saqueo, Pino Solanas, conseguía darnos una panorama de la situación de corrupción política y denigración económica de la Argentina y con La dignidad de los nadies pintaba un cuadro de una geografía humana resistente a ese vendaval de ataques contra la dignidad, con esta última película, La Argentina Latente, logra hacer un balance acabado de aquello que todavía sigue en pié: los ingentes recursos naturales, creativos, técnicos desde lo humano, y de voluntad con que cuenta nuestro país para una reconstrucción.
La Argentina Latente es un canto a la pasión. La pasión con que trabaja el argentino y como se juega día a día sus capacidades y su dignidad en la labor creativa del día a día, la crónica de héroes anónimos que no se rinden ante los desafíos, no se achican, y frente a un sistema que tiende a su exclusión se ponen más testarudos, pero también un alegato a favor de la soberanía sobre los recursos naturales y humanos con que contamos, y una denuncia de la falta de programas serios en lo referente a ciencia, industria, tecnología, conocimiento, y ese colonialismo mental que ha acaparado a muchos.
Que el relato en off es un recurso exageradamente didáctico, que la presencia ante cámaras de Solanas es un recurso improvisado, que por momentos el relato se vuelve exageradamente informativo, tal vez sean algunas quejas que presenten los más críticos entre muchos críticos ortodoxos del lenguaje cinematográfico, pero no cabe duda de que se tratan de marcas de estilo, en un autor que ha sabido ser uno de los mejores exponentes de un cine documental auténtico, alguien que no tiene reparos en mostrar su rostro humano, y lanzar un como cuchillos un vendaval de datos de la realidad, los oportunos para el relato.
Se trata de una película esencial para quien desea conocer el estado de situación real de nuestro país, aquella muchas veces velada por los medios de comunicación. Una pieza que sabe encajar perfectamente en la trilogía de cine de balance – memoria que has sabido cultivar Fernando Pino Solanas, y que será más adelante ampliada con Los hombres que están solos y esperan, acerca de las privatizaciones en los servicios públicos, y La Tierra Sublevada, sobre la situación de los recursos naturales.

Para mas información mire la película.
Ahí va el trailer...

sábado, 26 de mayo de 2007

Benedicto 16 nos hace recordar a Valverde

Benedicto XVI acaba de expresar en su visita a Brasil, al inaugurar la V Asamblea de la Conferencia Episcopal Latinoamericana (Celam), que “el anuncio de Jesús y de su evangelio no supuso, en ningún momento, una alienación de las culturas precolombinas ni fue una imposición de una cultura extraña (...) Cristo era el salvador que anhelaban (los indígenas de América) silenciosamente”. Esta declaración podría no tener la mayor importancia, si es que no supusiera una inmensa tergiversación histórica, como también el desconocimiento e incomprensión, cuando no la subestimación etnocéntrica, de la creación religiosa no cristiana. Es sabido que la cristianización de los indígenas americanos fue una de las principales justificaciones jurídicas de la empresa conquistadora: los monarcas europeos, supeditados en última instancia a la autoridad papal, promovían la ocupación de los territorios del Nuevo Mundo con la finalidad de evangelizar a los indígenas; era el sustento ideológico, por cierto, de sus objetivos económicos y políticos. Lo que en nuestros días sería igual a emprender expansiones económicas y políticas con el fin expreso de “llevar la civilización”. Algo también usual en nuestros tiempos.Así, al llegar a cada pueblo, mediante una declaración estrictamente formal denominada el Requerimiento, los conquistadores intimaban a los naturales a someterse a la autoridad real y pontificia, terminando ello con la siguiente amenaza en el supuesto de no ser aceptados: “Y si así no lo hicieseis o en ello maliciosamente pusieseis dilación, os certifico que con la ayuda de Dios, nosotros entraremos poderosamente contra vosotros, y os haremos guerra por todas las partes y maneras que pudiéramos, y os sujetaremos al yugo y obediencia de la Iglesia y de sus Majestades, y tomaremos vuestras personas y de vuestras mujeres e hijos y los haremos esclavos, y como tales los venderemos y dispondremos de ellos como sus Majestades mandaren, y os tomaremos vuestros bienes, y os haremos todos los males y daños que pudiéramos, como a vasallos que no obedecen ni quieren recibir a su señor y le resisten y contradicen; y protestamos que las muertes y daños que de ello se siguiesen sea a vuestra culpa y no de sus Majestades, ni nuestra, ni de estos caballeros que con nosotros vienen” (Texto oficial del Requerimiento, en Luciano Pereña (1992): La idea de justicia en la conquista de América). No interesó, por cierto, que los interlocutores comprendieran lo dicho en idioma extraño: el encuentro de Valverde, evangelios en mano, frente a Atahualpa, es algo que hasta ahora en muchas comunidades andinas se recuerda escenificándolo precediendo a la muerte del Inka y como inicio de la destrucción del reino andino y de la imposición colonial.Las extirpaciones de idolatrías fueron el equivalente represivo para los indígenas a la Santa Inquisición que estuvo reservada para los españoles. Francisco de Avila, nombrado en 1610 primer juez extirpador de idolatrías por el Arzobispado de Lima, haciendo el balance de su primera campaña punitiva contra la religión andina en Huarochirí se jactó de haber derribado más de 800 “ídolos fijos”, 20,000 “movibles” y 7,288 “dioses penates”, condenado a 1,618 personas por ser sacerdotes andinos, quemado 1,365 “cuerpos” (momias) y haber absuelto de la idolatría a 28,893 personas (Cf. Duviols (1967), La idolatría en cifras), A su turno, otro extirpador de idolatrías, Fernando de Avendaño, dijo haber intervenido a más de mil maestros dogmatizadores y quemado y derribado muchos millares de ídolos. Lo que se destruyó fueron las huacas, lugar de presencia de los dioses; lo que se quemó y cuyas cenizas se echó a los ríos fueron los mallquis o momias de los antepasados del grupo venerados por los indígenas por ser garantía de su integridad grupal y tradición; o eran las conopas, señas indicadoras de la fertilidad de la tierra sagrada; los perseguidos y condenados fueron sacerdotes y sacerdotisas indígenas depositarios tanto del saber ancestral de la comunidad, conocedores de los ritos necesarios para vincularse a la divinidad, como de conocimientos prácticos útiles para la salud y la convivencia cotidiana. Se impuso, a cambio, la religión católica, los nuevos templos, un nuevo dios y nuevos personajes, así como diferentes historias sagradas que la población andina, con hábil resistencia secular, particularmente en el campo, ha ido reformulando produciendo un cristianismo andino sui generis que en su sincretismo cuenta con propios ingredientes prehispánicos aún vigentes. Para comprobar ello basta con asistir hoy en día a la multiplicidad de fiestas patronales que en todos los pueblos se celebran año a año.La destrucción religiosa significó una hecatombe cultural en América. Negarlo o desconocerlo no puede corresponder a los tiempos ni al avance del conocimiento. Ya Bartolomé de las Casas denunció las atrocidades cometidas en su hora contra los indígenas. El antecesor de Benedicto XVI, Juan Pablo II, pidió perdón por los excesos cometidos en nombre de la fe en la conquista de América. Benedicto XVI, con su último periplo, no hace sino desandar lo andado. Además de mostrar que quiere saber poco de historia, de tolerancia y de apertura.

CHAVEZ LE RESPONDE AL PAPA
Y Pegue...